jueves, 16 de junio de 2016

Esther Palacio: “en ningún otro lugar de Asturias se hace una veneración tan grande a nuestro postre, el arroz con leche”


Esther Palacio Alonso es una cabranesa de ochenta y tres años de pura cepa. Sin embargo su pueblo natal es San Justo, en el concejo de Villaviciosa. Lo de cabranesa le viene dado por su marido, Santos Monestina, con quien abrió un bar en la capital del concejo. Conocida por todos los vecinos, es una mujer alegre e involucrada que se desvive por su pueblo y por sus fiestas participando, también, en el Festival del Arroz con Leche.

¿Desde cuándo lleva concursando en el festival y por qué empezaste?

Llevo concursando desde sus orígenes, 37 años, y hasta ahora. El motivo del inicio del Festival fue que el alcalde y la comisión de fiestas, donde se incluía mi hija Vidaflor y vecinos del pueblo como Laureano, querían dar más realce a la fiesta de San Francisco. Esta figura aunque no sea el patrón, se venera igualmente. Dicen que llegó a Santa Eulalia a través de un marinero italiano, pero nadie sabe su origen.

Así como en la Villaviciosa hay un festival de la manzana o en Infiesto la avellana, aquí necesitábamos uno del arroz con leche. En aquella éramos treinta o cuarenta inscritos. Yo hice 30 litros, de los que presenté una tarrina al concurso y el resto lo ofrecí como prueba en nuestro bar de entonces y para que la gente quedara a gusto al marchar. La organización te da una tarrina de barro para presentar el postre, un kilo de arroz marca “la Muyerina” y un delantal de la Caja Rural de Asturias para ayudarte a cocinar, digo yo que será para eso (ríe). En Cabranes siempre se hizo muy buen arroz con leche. Como anécdota te puedo decir que se enviaba a los emigrantes de Cabranes en el Caribe botellas de arroz con leche.

¿Cuándo fue la primera vez que ganaste el primer premio?

Gané varios premios, algunas veces el primero, otros el segundo… Pero no recuerdo cuando fue la primera vez que gané, aunque sí recuerdo que no fue ni en la primera ni en la segunda edición. Hay que reconocer que los jueces comen más con la vista. Prueban los “más guapos” primero. Obviamente los últimos no se saborean igual, aunque solo sean diez tarrinas por juez, acabas hartándote.

Un año presenté tres tarrinas a nombre de mi nuera Rosa y mis hijas Vidaflor y Esther. Estas llevaron el noveno y sexto puesto, mi nuera, ¡se llevó el primer premio!

¿Qué opina de los premios?

Son premios muy  buenos, sobre todo el cuadro. Suelen ser motivos del pueblo o relacionados con el arroz con leche, como el de este año, algo típico en el pueblo. Otro año se pintó a una señora con un niño resolviendo el arroz con leche, algo muy característico que yo recuerdo con mucho amor porque era algo que mi abuela y mi madre me hacía hacer.

¿Cómo se ve la evolución desde el punto de vista del concursante?

La organización es muy buena, cada vez mejor. Cabe destacar que el jurado no puede, aunque quiera, hacer trampa. Nunca se sabe de quién es cada tarrina. Sin embargo para mi participar es tradición, no competición. Es más como un sorteo: a veces ganas una vez y al año siguiente no te llevas ni el décimo puesto. Pero sí que hay señoras aquí que casi todos los años llevan mención. La mayor evolución se nota en la cantidad de gente que trae al pueblo, cada vez más.

¿Cuál es el secreto para ganar el concurso?

Lo fundamental es utilizar leche natural de vaca, no recién ordeñada sino enfriada y reposada un día. Yo suelo ir a algún ganadero de la zona la misma semana del festival para que me de unos cuantos litros. También es importante que no predomine ningún aroma fuerte, ni el anís, ni la canela… y que vaya hirviendo muy lentamente sin que se pegue. Es recomendable untar la cacerola con aceite o llenar con un poco de agua en el fondo para que esto no pase.

¿Hace diferencia en la preparación cuando es para el concurso y cuando es para casa?

No, ninguna. El método es el mismo porque las cantidades que suelo hacer son bastante grandes siempre. Utilizo una olla amplia para hacer cuatro litros de leche de la que salen unos dos kilos y medio de arroz con leche. Lo utilizo también para servirlo de postre en la comida del mismo día de la fiesta. Es algo típico que se hizo toda la vida. Además es bueno que la olla sea grande para que hierva todo por igual. Las diferencias surgen todos los días, en realidad. Hay veces que bien por la leche que utilices, la temperatura a la que lo hagas, lo mucho o poco que lo dejes reducir, hasta la propia olla… todo esto puede influir en el resultado final.

¿Cómo es la elaboración?

Cada casa tiene su propia receta con un montón de variantes. La mía consta de un litro de leche por noventa gramos de arroz y el doble de azúcar que de arroz. Mantequilla, canela y una pizca de sal. Un poco de anís “La Asturiana”, muy importante (menciona orgullosa). Hay que revolverlo para que no se pegue y dejarlo reducir durante dos horas aproximadante. Es esto lo que diferencia nuestro postre del resto. ¡El nuestro sin duda es el mejor del mundo!

¿Cómo se hace la fase más difícil, la del requemado?

Una vez frío el arroz con leche, de un día para otro, echas azúcar y muy poco de arena en polvo. Pones un “ganchu” a calentar, bien sea eléctrico o a calentar al fuego. Cuando este al rojo vivo lo posas encima del arroz para que quede dorado. Esto solo se puede hacer unas horas antes de comerlo.

¿Por qué crees que merece la pena venir a ver el festival?

Buena pregunta… (Duda un momento). Creo que el festival es único y ciertamente lo es. En ningún otro lugar de Asturias se realiza una veneración tan grande a este nuestro postre, el arroz con leche. Se realizan a la manzana, como dije antes… al queso… pero no a esto. Puede que sea el motivo fundamental, pero también hay que mencionar el paraje donde se encuentra la fiesta. Uno de los más bonitos concejos asturianos y además, como suele hacer sol, no veo mejor plan de domingo. Le da mucho juego también el mercado tradicional que se desarrolla toda la mañana, la procesión de San Francisco o la sesión vermú a la que nunca suele fallar uno de los mejores cocteleros de España, Tino Monestina, vecino de Cabranes. Hay un ambiente familiar y muy bonito.

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